Éxodo 35:20-36:38
35 20 Toda la comunidad israelita se retiró de la presencia de Moisés,
21 y todos los que en su interior se sintieron movidos a hacerlo llevaron una ofrenda al Señor para las obras en la Tienda de reunión, para todo su servicio, y para las vestiduras sagradas.
22 Así mismo, todos los que se sintieron movidos a hacerlo, tanto hombres como mujeres, llevaron como ofrenda toda clase de joyas de oro: broches, pendientes, anillos, y otros adornos de oro. Todos ellos presentaron su oro como ofrenda mecida al Señor,
23 o bien llevaron lo que tenían: lana púrpura, carmesí y escarlata, lino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo, y pieles de delfín.
24 Los que tenían plata o bronce los presentaron como ofrenda al Señor, lo mismo que quienes tenían madera de acacia, contribuyendo así con algo para la obra.
25 Las mujeres expertas en artes manuales presentaron los hilos de lana púrpura, carmesí o escarlata que habían torcido, y lino.
26 Otras, que conocían bien el oficio y se sintieron movidas a hacerlo, torcieron hilo de pelo de cabra.
27 Los jefes llevaron piedras de ónice y otras piedras preciosas, para que se engastaran en el efod y en el pectoral.
28 También llevaron especias y aceite de oliva para el alumbrado, el aceite de la unción y el incienso aromático.
29 Todos los israelitas que se sintieron movidos a hacerlo, lo mismo hombres que mujeres, presentaron al Señor ofrendas voluntarias para toda la obra que el Señor, por medio de Moisés, les había mandado hacer.
Bezalel y Aholiab
30 Moisés les dijo a los israelitas: «Tomen en cuenta que el Señor ha escogido expresamente a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá,
31 y lo ha llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa
32 para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce,
33 para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y realizar toda clase de diseños artísticos y artesanías.
34 Dios les ha dado a él y a Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, la habilidad de enseñar a otros.
35 Los ha llenado de gran sabiduría para realizar toda clase de artesanías, diseños y recamados en lana púrpura, carmesí y escarlata, y lino. Son expertos tejedores y hábiles artesanos en toda clase de labores y diseños.
36 1 »Así, pues, Bezalel y Aholiab llevarán a cabo los trabajos para el servicio del santuario, tal y como el Señor lo ha ordenado, junto con todos los que tengan ese mismo espíritu artístico, y a quienes el Señor haya dado pericia y habilidad para realizar toda la obra del servicio del santuario.»
2 Moisés llamó a Bezalel y a Aholiab, y a todos los que tenían el mismo espíritu artístico, y a quienes el Señor había dado pericia y habilidad y se sentían movidos a venir y hacer el trabajo,
3 y les entregó todas las ofrendas que los israelitas habían llevado para realizar la obra del servicio del santuario. Pero como día tras día el pueblo seguía llevando ofrendas voluntarias,
4 todos los artesanos y expertos que estaban ocupados en la obra del santuario suspendieron su trabajo
5 para ir a decirle a Moisés: «La gente está trayendo más de lo que se necesita para llevar a cabo la obra que el Señor mandó hacer.»
6 Entonces Moisés ordenó que corriera la voz por todo el campamento: «¡Que nadie, ni hombre ni mujer, haga más labores ni traiga más ofrendas para el santuario!» De ese modo los israelitas dejaron de llevar más ofrendas,
7 pues lo que ya habían hecho era más que suficiente para llevar a cabo toda la obra.
El santuario
8 Todos los obreros con espíritu artístico hicieron el santuario con diez cortinas de lino fino y de lana púrpura, carmesí y escarlata, con querubines artísticamente bordados en ellas.
9 Todas las cortinas medían lo mismo, es decir, doce metros y medio de largo por un metro con ochenta centímetros de ancho.[1]
10 Cosieron cinco cortinas una con otra, e hicieron lo mismo con las otras cinco.
11 En el borde de la cortina, en el extremo del primer conjunto, hicieron presillas de lana púrpura; lo mismo hicieron con la cortina que estaba en el extremo del otro conjunto.
12 También hicieron cincuenta presillas en una cortina, y otras cincuenta presillas en la cortina del extremo del otro conjunto, quedando las presillas unas frente a las otras.
13 Después hicieron cincuenta ganchos de oro y los usaron para sujetar los dos conjuntos de cortinas, de modo que el santuario tenía unidad de conjunto.
14 Hicieron un total de once cortinas de pelo de cabra para cubrir el santuario a la manera de una tienda de campaña.
15 Las once cortinas tenían las mismas medidas, es decir, trece metros y medio de largo por un metro con ochenta centímetros de ancho.[2]
16 Cosieron dos conjuntos de cortinas, uno de cinco y otro de seis;
17 hicieron cincuenta presillas en el borde de la cortina del extremo de uno de los conjuntos, y también en el borde de la cortina del extremo del otro conjunto,
18 e hicieron cincuenta ganchos de bronce para unir la tienda en un solo conjunto.
19 Luego hicieron para la tienda un toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, y sobre ese toldo pusieron otro de pieles de delfín.
20 Hicieron tablones de madera de acacia para el santuario, y los colocaron en posición vertical.
21 Cada tablón medía cuatro metros y medio de largo por setenta centímetros de ancho,[3]
22 con dos ranuras paralelas entre sí. Todos los tablones del santuario los hicieron así:
23 Veinte tablones para el lado sur del santuario,
24 con cuarenta bases de plata que iban debajo de ellos, dos por cada tablón, una debajo de cada ranura;
25 veinte tablones para el lado opuesto, el lado norte del santuario,
26 con cuarenta bases de plata que iban debajo de ellos, dos por cada tablón, una debajo de cada ranura;
27 seis tablones para el extremo occidental del santuario, que era el más distante, y
28 dos tablones más para las esquinas del santuario en el extremo opuesto.
29 En estas dos esquinas los tablones eran dobles de abajo hacia arriba, pero quedaban unidos por un solo anillo. En ambas esquinas se hizo lo mismo,
30 de modo que había ocho tablones y dieciséis bases de plata, dos debajo de cada tablón.
31 También hicieron travesaños de madera de acacia: cinco para los tablones de un costado del santuario,
32 cinco para los tablones del costado opuesto, y cinco para los tablones del costado occidental, en la parte posterior del santuario.
33 El travesaño central lo hicieron de tal modo que pasaba de uno a otro extremo, a media altura de los tablones.
34 Recubrieron de oro los tablones, e hicieron unos anillos de oro para que los travesaños pasaran por ellos. También recubrieron de oro los travesaños.
35 La cortina la hicieron de lana púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, con querubines artísticamente bordados en ella.
36 Le hicieron cuatro postes de madera de acacia y los recubrieron de oro, les pusieron ganchos de oro, y fundieron para ellos cuatro bases de plata.
37 Para la entrada de la tienda hicieron una cortina de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, recamada artísticamente,
38 y cinco postes con ganchos, para los que hicieron cinco bases de bronce; también recubrieron de oro los capiteles y los empalmes de los postes.
Mateo 27:32-66
La crucifixión
32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.
33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»).
34 Allí le dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo.
35 Lo crucificaron y repartieron su ropa echando suertes.[3]
36 Y se sentaron a vigilarlo.
37 Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos.»
38 Con él crucificaron a dos bandidos,[4] uno a su derecha y otro a su izquierda.
39 Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:
40 —Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!
41 De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.
42 —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él.
43 Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
44 Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.
Muerte de Jesús
45 Desde el mediodía y hasta la media tarde[5] toda la tierra quedó en oscuridad.
46 Como a las tres de la tarde,[6] Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
47 Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron: —Está llamando a Elías.
48 Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera.
49 Los demás decían: —Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
50 Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.
51 En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.
52 Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron.
53 Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
54 Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: —¡Verdaderamente éste era el Hijo[7] de Dios!
55 Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.
56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Sepultura de Jesús
57 Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús.
58 Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran.
59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
60 y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue.
61 Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra María.
La guardia ante el sepulcro
62 Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.
63 —Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré.”
64 Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.
65 —Llévense una guardia de soldados —les ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.
66 Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia.
Salmo 34:1-10
1 Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán.
2 Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán.
3 Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre.
4 Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores.
5 Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.
6 Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias.
7 El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos.
8 Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian.
9 Teman al Señor, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen.
10 Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta.
Proverbios 9:7-8
7 »El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio.
8 No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará.