Día 254

Isaías 8:1 – 9:21

Asiria, el instrumento del Señor

8 El Señor me dijo: «Toma una tablilla grande y con un estilete común escribe sobre ella: “Tocante a Maher Salal Jasbaz”.[a] 2 Yo convocaré como testigos confiables al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías». 3 Luego tuve relaciones con la profetisa y ella concibió y dio a luz un hijo. Entonces el Señor me dijo: «Ponle por nombre Maher Salal Jasbaz. 4 Antes de que el niño aprenda a decir “papá” y “mamá”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria».

5 El Señor volvió a decirme: 6 «Por cuanto este pueblo ha rechazado las mansas corrientes de Siloé y se regocija con Rezín y con el hijo de Remalías, 7 el Señor está a punto de traer contra ellos las impetuosas crecientes del río Éufrates: al rey de Asiria con toda su gloria. Rebasará todos sus canales, desbordará todas sus orillas; 8 pasará hasta Judá, la inundará y crecerá hasta llegarle al cuello. Sus alas extendidas, ¡oh Emanuel!,[b] cubrirán la anchura de tu tierra». 9 ¡Alcen el grito de guerra, pueblos, pues serán derrotados! ¡Escuchen, tierras distantes! ¡Prepárense para la guerra, pues serán destrozadas! ¡Prepárense para la guerra, pues serán destrozadas! 10 Tracen su estrategia, pero será desbaratada; propongan su plan, pero no se realizará, porque Dios está con nosotros.[c]

Hay que temer a Dios

11 El Señor me habló fuertemente y me advirtió que no siguiera el camino de este pueblo. Me dijo: 12 «No digan ustedes que es conspiración todo lo que llama conspiración esta gente; no teman lo que ellos temen ni se dejen asustar. 13 Solo al Señor de los Ejércitos tendrán ustedes por santo, solo a él deben honrarlo, solo a él han de temerlo. 14 Él será un santuario. Pero será una piedra de tropiezo para las dos casas de Israel; una roca que los hará caer. ¡Será para los habitantes de Jerusalén un lazo y una trampa! 15 Muchos de ellos tropezarán; caerán y serán quebrantados, se les tenderán trampas y en ellas quedarán atrapados».

16 Guarda bien el testimonio; sella la Ley entre mis discípulos. 17 El Señor ha escondido su rostro del pueblo de Jacob, pero yo esperaré en él, pues en él tengo puesta mi esperanza. 18 Aquí me tienen, con los hijos que el Señor me ha dado. Somos en Israel señales y presagios del Señor de los Ejércitos, que habita en el monte Sión.

19 Si alguien les dice: «Consulten a las médiums y a los espiritistas que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos en favor de los vivos?», 20 yo les digo: «¡Aténganse a la Ley y al testimonio!». Para quienes no se atengan a esto no habrá un amanecer. 21 Ustedes habrán de enfurecerse cuando, angustiados y hambrientos, vaguen por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios 22 y, clavando la mirada en la tierra, solo verán aflicción, tinieblas y espantosa penumbra; ¡serán arrojados a una oscuridad total!

Nos ha nacido un niño

9 A pesar de todo, no habrá más penumbra para la que estuvo angustiada. En el pasado Dios humilló a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pero en el futuro honrará a Galilea de los gentiles, desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán. 2 El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte[d] una luz ha resplandecido. 3 Tú has hecho que la nación crezca; has aumentado su alegría. Y se alegran ellos en tu presencia como cuando recogen la cosecha, como cuando reparten el botín. 4 Ciertamente tú has quebrado, como en la derrota de Madián, el yugo que los oprimía, la barra que pesaba sobre sus hombros, el bastón de mando que los subyugaba. 5 Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla y toda la ropa teñida en sangre serán arrojadas al fuego, serán consumidas por las llamas.

6 Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros y se le darán estos nombres: Consejero Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 Se extenderán su soberanía y su paz y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del Señor de los Ejércitos.

El enojo del Señor contra Israel

8 El Señor ha enviado su palabra; la ha enviado contra Jacob, ¡ya cae sobre Israel! 9 De esto se entera todo el pueblo —Efraín y los habitantes de Samaria—, todos los que dicen con orgullo y piensan con arrogancia: 10 «Si se caen los ladrillos, reconstruiremos con piedra tallada; si se caen las vigas de higuera, las repondremos con vigas de cedro». 11 Pero el Señor ha fortalecido a los adversarios de Rezín; ha incitado a sus enemigos. 12 Los arameos en el este y los filisteos en el oeste se comieron a Israel de un solo bocado. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.

13 Pero el pueblo no volvió al que lo ha castigado; no ha buscado al Señor de los Ejércitos. 14 Por eso en un mismo día el Señor cortará a Israel la cabeza y la cola, la palmera y el junco. 15 La cabeza son los jefes y la gente de alto rango; la cola son los profetas, maestros de mentiras. 16 Los guías de este pueblo lo han extraviado; los que se dejan guiar son confundidos. 17 Por eso no se complacerá el Señor en los jóvenes; tampoco se apiadará de huérfanos y viudas, porque todos ellos son impíos y malvados; sus labios profieren necedades. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.

18 Porque la maldad arde como un fuego que consume espinos y cardos, que incendia la espesura del bosque y sube luego, como torbellino, en una columna de humo. 19 Por la ira del Señor de los Ejércitos arderá en fuego la tierra. Y el pueblo será el combustible: ¡Nadie se compadecerá de su hermano! 20 Unos comerán lo que esté a su mano derecha, pero se quedarán con hambre; otros comerán lo que esté a su izquierda, pero no quedarán satisfechos. ¡Se comerán a sus propios hijos![e] 21 Manasés se comerá a Efraín y Efraín a Manasés; entonces los dos juntos atacarán a Judá. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.

 

2 Corintios 12:1 – 10

Visión y debilidad de Pablo

12 Me veo obligado a jactarme, aunque nada se gane con ello. Paso a referirme a las visiones y revelaciones del Señor. 2 Conozco a un seguidor de Cristo que hace catorce años fue llevado al tercer cielo. No sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe. 3 Y sé que este hombre —no sé si en el cuerpo o aparte del cuerpo, Dios lo sabe— 4 fue llevado al paraíso y escuchó cosas indecibles que a los humanos no se nos permite expresar. 5 De tal hombre podría presumir, pero de mí no haré alarde sino de mis debilidades. 6 Sin embargo, no sería insensato si decidiera jactarme, porque estaría diciendo la verdad. Pero no lo hago, para que nadie suponga que soy más de lo que aparento o de lo que digo.

7 Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. 8 Tres veces rogué al Señor que me la quitara; 9 pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente presumiré más bien de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. 10 Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

 

Salmo 55:1 – 23

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Masquil de David.

55 Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. 2 ¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran 3 las amenazas del enemigo y la opresión de los malvados, pues me causan sufrimiento y con furia me atacan. 4 Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invaden los terrores de la muerte. 5 El temor y el temblor me dominan, el pánico se apodera de mí. 6 ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo! 7 Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. Selah 8 Presuroso volaría a mi refugio, para librarme de la tempestad y de la tormenta.

9 ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad solo veo contiendas y violencia; 10 día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad. 11 En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño. 12 Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. 13 Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, 14 a quien me unía una bella amistad y con quien caminaba entre los adoradores en la casa de Dios.

15 ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos! ¡Que desciendan vivos a los dominios de la muerte,[a] pues en ellos habita la maldad! 16 Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. 17 En la noche, en la mañana y al mediodía, clamo angustiado y él me escucha. 18 Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí. 19 ¡Dios, que reina desde la eternidad, habrá de oírme y los afligirá! Selah Esa gente no cambia de conducta, pues no tiene temor de Dios.

20 Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos. 21 Su palabra es blanda como la mantequilla, pero su corazón es belicoso. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas. 22 Entrégale tus afanes al Señor y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre. 23 Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.

 

Proverbios 23:4 – 5

8

23:4 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. 5 ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas.