Día 255 Shabbat

Isaías 10:1 – 11:16

10 ¡Ay de los que emiten estatutos injustos y publican edictos opresivos! 2 Privan de sus derechos a los pobres y no les hacen justicia a los oprimidos de mi pueblo; hacen de las viudas su presa y saquean a los huérfanos. 3 ¿Qué van a hacer cuando deban rendir cuentas, cuando llegue desde lejos la tormenta? ¿A quién acudirán en busca de ayuda? ¿En dónde dejarán sus riquezas? 4 No les quedará más remedio que humillarse entre los cautivos o morir entre los masacrados. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.

Juicio de Dios sobre Asiria

5 «¡Ay de Asiria, vara de mi ira! ¡El garrote de mi enojo está en su mano! 6 Lo envío contra una nación impía, lo mando contra un pueblo que me enfurece, para saquearlo y despojarlo, para pisotearlo como al barro de las calles. 7 Pero esto Asiria no se lo propuso; ¡ni siquiera lo pensó! Solo busca destruir y aniquilar a muchas naciones. 8 Pues dice: “¿Acaso no son reyes todos mis comandantes? 9 ¿No es Calnó como Carquemis? ¿No es Jamat como Arfad y Samaria como Damasco? 10 Así como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos, reinos cuyas imágenes superaban a las de Jerusalén y de Samaria, 11 y así como hice con Samaria y sus dioses, también haré con Jerusalén y sus ídolos”».

12 Cuando el Señor termine lo que va a hacer contra el monte Sión y contra Jerusalén, él dirá: «Castigaré el fruto del orgulloso corazón del rey de Asiria y la arrogancia de sus ojos. 13 Porque afirma: »“Esto lo hizo el poder de mi mano; lo hizo mi sabiduría porque soy inteligente. He cambiado las fronteras de los pueblos, he saqueado sus tesoros; como un guerrero poderoso he derribado a sus reyes. 14 Como quien mete la mano en un nido, me he adueñado de la riqueza de los pueblos; como quien recoge huevos abandonados, me he apoderado de toda la tierra; y no hubo nadie que aleteara ni abriera el pico para piar”».

15 ¿Puede acaso gloriarse el hacha más que el que la maneja o jactarse la sierra contra quien la usa? ¡Como si pudiera el bastón manejar a quien lo tiene en la mano o la frágil vara pudiera levantar a quien pesa más que la madera! 16 Por eso enviará el Señor,  el Señor de los Ejércitos, una enfermedad devastadora sobre sus robustos guerreros. En vez de honrarlos, les prenderá fuego, un fuego como de llama ardiente. 17 La Luz de Israel se convertirá en fuego; su Santo se volverá una llama. En un solo día quemará sus espinos y consumirá sus zarzas. 18 Destruirá de extremo a extremo el esplendor de sus bosques y de sus huertos, como enfermo carcomido por la plaga. 19 Tan pocos árboles quedarán en su bosque que hasta un niño podrá contarlos.

El remanente de Israel

20 En aquel día ni el remanente de Israel ni los sobrevivientes del pueblo de Jacob volverán a apoyarse en quien los hirió de muerte, sino que su apoyo verdadero será el Señor, el Santo de Israel. 21 Y un remanente volverá;[a] un remanente de Jacob volverá al Dios Fuerte. 22 Israel, aunque tu pueblo sea como la arena del mar, solo un remanente volverá. Se ha decretado destrucción, abrumadora justicia. 23 Porque el Señor, el Señor de los Ejércitos, ejecutará la destrucción decretada contra todo el país.

24 Por eso, así dice el Señor, el Señor de los Ejércitos: «Pueblo mío que vives en Sión, no tengas temor de Asiria, aunque te golpee con el bastón y contra ti levante una vara, como lo hizo Egipto. 25 Dentro de muy poco tiempo mi indignación contra ti llegará a su fin y mi ira destruirá a tus enemigos». 26 Con un látigo los azotará el Señor de los Ejércitos, como cuando abatió a Madián en la roca de Oreb; levantará sobre el mar su vara, como lo hizo en Egipto. 27 En aquel día esa carga se te quitará de los hombros y, a causa de la gordura, se romperá el yugo que llevas en el cuello.

28 Llega el enemigo hasta Ayat, pasa por Migrón y deja en Micmás su equipaje. 29 Cruza el paso y dice: «Acamparemos en Gueba». Ramá se pone a temblar, y huye Guibeá, ciudad de Saúl. 30 ¡Clama a gritos, hija de Galín! ¡Escucha, Lais! ¡Pobre Anatot! 31 Se ha puesto en fuga Madmena; los habitantes de Guebín buscan refugio. 32 Hoy mismo se detendrá en Nob; agitará su puño contra el monte de la ciudad de Sión, el monte de Jerusalén. 33 ¡Miren! El Señor, el Señor de los Ejércitos, desgaja las ramas con fuerza increíble. Los árboles más altos son talados; los más elevados son abatidos. 34 Derriba con un hacha la espesura del bosque y el esplendor del Líbano se viene abajo.

El retoño de Isaí

11 Del tronco de Isaí brotará un retoño; un renuevo nacerá de sus raíces. 2 El Espíritu del Señor reposará sobre él: Espíritu de sabiduría y de entendimiento, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor. 3 Él se deleitará en el temor del Señor. No juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir, 4 sino que juzgará con justicia a los necesitados, y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra. Herirá la tierra con la vara de su boca; matará al malvado con el aliento de sus labios. 5 La justicia será el cinto de sus lomos y la fidelidad, el ceñidor de su cintura.

6 El lobo vivirá con el cordero, el leopardo se echará con el cabrito, juntos andarán el ternero y el cachorro de león y un niño pequeño los guiará. 7 La vaca pastará con la osa, sus crías se echarán juntas y el león comerá paja como el buey. 8 Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora. 9 No harán ningún daño ni estrago en todo mi monte santo, porque se llenará la tierra con el conocimiento del Señor así como las aguas cubren los mares.

10 En aquel día se alzará la raíz de Isaí como bandera de los pueblos; hacia él correrán las naciones, y glorioso será el lugar donde repose. 11 En aquel día el Señor volverá a extender su mano para recuperar al remanente de su pueblo, a los que hayan quedado en Asiria, en Egipto, Patros y Cus; en Elam, Sinar,[b] Jamat y en las islas del Mediterráneo.

12 Izará una bandera para las naciones, reunirá a los desterrados de Israel y de los cuatro puntos cardinales juntará al pueblo esparcido de Judá. 13 Desaparecerán los celos de Efraín; los opresores de Judá serán aniquilados. Efraín no tendrá más celos de Judá ni oprimirá Judá a Efraín. 14 Juntos se lanzarán hacia el oeste contra las laderas de los filisteos; juntos saquearán a los pueblos del este, dejarán sentir su poder sobre Edom y Moab y se les someterán los amonitas. 15 Secará[c] el Señor el golfo del mar de Egipto; pasará su mano sobre el río Éufrates y lanzará un viento ardiente; lo dividirá en siete arroyos para que lo puedan cruzar en sandalias. 16 Para el remanente de su pueblo, para los que hayan quedado en Asiria, habrá un camino, como lo hubo para Israel cuando salió de Egipto.

 

2 Corintios 12:11 – 21

Preocupación de Pablo por los corintios

12:11 Me he portado como un insensato, pero ustedes me han obligado a ello. Ustedes debían haberme elogiado, pues de ningún modo soy inferior a los «superapóstoles», aunque yo no soy nada. 12 Las marcas distintivas de un apóstol, tales como señales, prodigios y milagros, se dieron constantemente entre ustedes. 13 ¿En qué fueron ustedes inferiores a las demás iglesias? Pues solo en que yo mismo nunca les fui una carga. ¡Perdónenme si los ofendo!

14 Miren que por tercera vez estoy listo para visitarlos y no seré una carga, pues no me interesa lo que ustedes tienen, sino lo que ustedes son. Después de todo, no son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos. 15 Así que de buena gana gastaré todo lo que tengo, y hasta yo mismo me desgastaré del todo por ustedes. Si los amo hasta el extremo, ¿me amarán menos? 16 Aunque algunos digan que soy tan astuto que les tendí una trampa, en todo caso, no he sido una carga. 17 ¿Acaso me aproveché de ustedes por medio de alguno de mis enviados? 18 Le rogué a Tito que fuera a verlos y con él envié al hermano. ¿Acaso se aprovechó Tito de ustedes? ¿No procedimos los dos con el mismo espíritu y seguimos el mismo camino?

19 ¿Todo este tiempo han venido pensando que nos estábamos justificando ante ustedes? ¡Más bien, hemos estado hablando delante de Dios en Cristo! Todo lo que hacemos, queridos hermanos, es para su edificación. 20 En realidad, me temo que cuando vaya a verlos no los encuentre como quisiera, ni ustedes me encuentren a mí como quisieran. Temo que haya peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes, arrogancias y alborotos. 21 Temo que, al volver a visitarlos, mi Dios me humille delante de ustedes, y que yo tenga que llorar por muchos que han pecado desde hace algún tiempo, pero no se han arrepentido de la impureza, la inmoralidad sexual y prácticas vergonzosas a las que se han entregado.

 

Salmo 56:1 – 13

Al director musical. Sígase la tonada de «La paloma en los robles lejanos». Mictam de David, cuando los filisteos lo apresaron en Gat.

56 Ten piedad de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue. Todo el día me atacan mis opresores, 2 todo el día me persiguen mis enemigos; son muchos los arrogantes que me atacan. 3 Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. 4 Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?

5 Todo el día tuercen mis palabras; solo piensan hacerme daño. 6 Conspiran, se mantienen al acecho. Vigilan todo lo que hago a la espera de quitarme la vida. 7 ¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos por sus maldades! ¡De ningún modo los dejes escapar! 8 Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro.[a] ¿Acaso no lo tienes anotado? 9 Cuando yo te pida ayuda, mis enemigos retrocederán. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!

10 Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el Señor y alabo su palabra; 11 confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal? 12 He hecho promesas delante de ti, oh Dios, y te presentaré mis ofrendas de gratitud. 13 Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos, me has librado de la muerte, para que siempre, en tu presencia, camine en la luz de la vida.

 

Proverbios 23:6 – 8

9

23:6 No te sientes a la mesa de un tacaño[a] ni codicies sus manjares, 7 pues él solo piensa en los gastos. «Come y bebe», te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido y tus cumplidos no habrán servido de nada.