Día 257

Isaías 15:1 – 18:7

Profecía contra Moab

15 Profecía contra Moab: La ciudad moabita de Ar está arruinada, ¡destruida en una noche! La ciudad moabita de Quir está arruinada, ¡destruida en una noche! 2 Acuden los de Dibón al templo, a sus altares paganos para llorar. Moab está gimiendo por Nebo y por Medeba. Rapadas están todas las cabezas y afeitadas todas las barbas. 3 Todos, deshechos en llanto, van por las calles, vestidos de luto; ¡gimen en los techos y en las plazas! 4 Hesbón y Elalé claman a gritos, hasta Yahaza se escuchan sus clamores. Por eso gritan los valientes de Moab y se quedan sin aliento.

5 Mi corazón grita por Moab; sus fugitivos huyen hasta Zoar, hasta Eglat Selisiyá. ¿Suben llorando por la cuesta de Luhit; ante el desastre, gritan desesperados por el camino de Joronayin. 6 Se han secado las aguas de Nimrín; se ha marchitado la hierba. Ya no hay vegetación no ha quedado nada verde. 7 Por eso se llevaron, más allá del arroyo de los Sauces, las muchas riquezas que adquirieron y almacenaron. 8 Su grito desesperado va recorriendo la frontera de Moab. Llega su gemido hasta Eglayin, y aun llega hasta Ber Elín. 9 Llenas están de sangre las aguas de Dimón, y aún más plagas añadiré: enviaré un león contra los moabitas fugitivos y contra los que permanezcan en la tierra.

16 Envíen corderos al gobernante del país, desde Selá, por el desierto, y hasta el monte de la hija de Sión. 2 Las mujeres de Moab, en los cruces del Arnón, parecen aves que, espantadas, huyen de su nido. 3 «Danos un consejo; toma una decisión. A plena luz del día, extiende tu sombra como la noche. Esconde a los fugitivos; no traiciones a los refugiados. 4 Deja que los fugitivos de Moab encuentren en ti un refugio; ¡protégelos del destructor!». Cuando la opresión llegue a su fin y la destrucción se acabe, el agresor desaparecerá de la tierra. 5 El trono se fundará en el amor y uno de la casa de David reinará sobre él con fidelidad: será un juez celoso del derecho y experto en hacer justicia.

6 Hemos sabido que Moab es extremadamente orgulloso; hemos sabido de su soberbia, de su orgullo y arrogancia, de su charlatanería sin sentido. 7 Por eso gimen los moabitas; todos ellos gimen por Moab. Laméntense, aflíjanse, por las tortas de pasas de Quir Jaréset. 8 Se han marchitado los campos de Hesbón, lo mismo que la viña de Sibmá. Los gobernantes de las naciones han pisoteado los viñedos más selectos, los que llegaban hasta Jazer y se extendían hacia el desierto. Sus retoños se extendían y cruzaban el mar. 9 Por eso lloro, como llora Jazer, por la viña de Sibmá. ¡Y a ustedes, ciudades de Hesbón y de Elalé, las empapo con mis lágrimas! Se han acallado los gritos de alegría por tu fruto maduro y tus cosechas. 10 Ya no hay en los huertos alegría ni regocijo. Nadie canta ni grita en los viñedos, nadie pisa la uva en los lagares; yo puse fin al clamor en la vendimia. 11 Por eso vibran mis entrañas por Moab como las cuerdas de un arpa; vibra todo mi ser por Quir Jares. 12 Por más que acuda Moab a sus altares paganos no logrará sino fatigarse; cuando vaya a orar a su santuario, todo lo que haga será en vano.

13 Esta es la palabra que el Señor pronunció en el pasado contra Moab. 14 Pero ahora el Señor dice: «Dentro de tres años, contados como los cuenta un jornalero, el esplendor de Moab y de toda su inmensa multitud será despreciado, y pocos y débiles serán sus sobrevivientes».

Profecía contra Damasco

17 Profecía contra Damasco: «¡Miren a Damasco! ¡Ya no será una ciudad! ¡Será convertida en un montón de escombros! 2 Abandonadas quedarán las ciudades de Aroer; serán pastizales donde los rebaños comerán sin que nadie los asuste. 3 Efraín perderá la ciudad fortificada; Damasco se quedará sin realeza. El remanente de Aram será como la gloria de los israelitas», afirma el Señor de los Ejércitos.

4 «En aquel día se debilitará la gloria de Jacob y se consumirá la gordura de su cuerpo. 5 Será como el segador que recoge la mies y cosecha el grano con su brazo; será como cuando se recoge el grano en el valle de Refayin. 6 Pero quedarán algunas uvas, como cuando se golpea el olivo y dos o tres aceitunas se quedan en las ramas más altas, y tal vez cuatro o cinco en todas las ramas del árbol», afirma el Señor, el Dios de Israel.

7 En aquel día buscará el pueblo a su Hacedor; fijará la mirada en el Santo de Israel. 8 Ya no se fijará en los altares, que son obra de sus manos. Tampoco volverá la mirada a las imágenes de Aser  ni a los altares de incienso que sus dedos fabricaron. 9 En aquel día las ciudades fortificadas, que fueron abandonadas por causa de los israelitas, serán como lugares abandonados que se convierten en bosques y matorrales. Todo será devastado.

10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación; no te acordaste de la Roca de tu fortaleza. Por eso, aunque siembres las plantas más selectas y plantes vides importadas; 11 aunque las hagas crecer el día que las plantes y las hagas florecer al día siguiente, en el día del dolor y de la enfermedad incurable la cosecha se malogrará.

12 ¡Ay del rugido de muchas naciones! ¡Braman como brama el mar! ¡Ay del clamor de los pueblos! ¡Su estruendo es como el de aguas caudalosas! 13 Aunque esos pueblos braman como aguas encrespadas; huyen lejos cuando él los reprende, arrastrados por el viento como la paja de los cerros, como el polvo con el vendaval. 14 Al atardecer vendrá el terror repentino y antes del amanecer dejarán de existir. Tal es el destino de quienes nos despojan; eso les espera a quienes nos saquean.

Profecía contra Etiopía

18 ¡Ay de la tierra de zumbantes langostas[a] más allá de los ríos de Cus, 2 que por las aguas del río Nilo envía emisarios en barcas de juncos! Vayan, veloces mensajeros, a una nación de gente alta y de piel brillante, a un pueblo temido por doquier, a una nación agresiva y dominante, cuya tierra está surcada por ríos. 3 Cuando sobre las montañas se alce la bandera y suene la trompeta, ¡fíjense, habitantes del mundo! ¡Escuchen, pobladores de la tierra! 4 Así me dijo el Señor: «Desde mi morada miraré tranquilo, como los candentes rayos del sol, como las nubes de rocío en el calor de la vendimia». 5 Porque antes de la vendimia, cuando la flor se cae y madura la uva, se podarán los retoños y se arrancarán de raíz las ramas. 6 Todos ellos quedarán abandonados a las aves de rapiña y a los animales salvajes; durante el verano serán el alimento de las aves de rapiña; durante el invierno, de todos los animales salvajes.

7 En aquel tiempo ese pueblo de alta estatura y de piel brillante, ese pueblo temido por doquier, esa nación agresiva y dominante, cuya tierra está surcada por ríos, llevará ofrendas al Señor de los Ejércitos. Se las llevará al monte Sión, al lugar donde habita el nombre del Señor de los Ejércitos.

 

 

Gálatas 1:1 – 24

1 Pablo, apóstol no por investidura ni mediación humana, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos; 2 y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: 3 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. 4 Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

No hay otro evangelio

6 Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio. 7 No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. 8 Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara acerca de unas buenas noticias distintas de las que hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! 9 Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien anda predicando un mensaje distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!

10 Entonces, ¿busco ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo.

Pablo, llamado por Dios

11 Quiero que sepan, hermanos, que las buenas noticias que yo predico no es invención humana. 12 No lo recibí ni lo aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por revelación de Jesucristo.

13 Ustedes ya están enterados de mi conducta cuando pertenecía al judaísmo, de la furia con que perseguía a la iglesia de Dios, tratando de destruirla. 14 En la práctica del judaísmo, yo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi celo exagerado por las tradiciones de mis antepasados. 15 Sin embargo, Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia. Y, cuando él tuvo a bien 16 revelarme a su Hijo para que yo lo predicara entre los no judíos, no consulté con nadie. 17 Tampoco subí a Jerusalén para ver a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui de inmediato a Arabia, de donde luego regresé a Damasco.

18 Después de tres años, subí a Jerusalén para visitar a Cefas[a] y me quedé con él quince días. 19 No vi a ningún otro de los apóstoles; solo vi a Santiago, el hermano del Señor. 20 Dios me es testigo de que en esto que les escribo no miento. 21 Más tarde fui a las regiones de Siria y Cilicia. 22 Pero en Judea las iglesias de[b] Cristo no me conocían personalmente. 23 Solo habían oído decir: «El que antes nos perseguía ahora predica la fe que procuraba destruir». 24 Y por causa mía glorificaban a Dios.

 

Salmo 58:1 – 11

Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Mictam de David.

58 ¿Acaso ustedes, gobernantes, proclaman la justicia y juzgan con rectitud a los seres humanos? 2 ¡No! Ustedes a plena conciencia cometen injusticias, y la violencia de sus manos se esparce en el país. 3 Los malvados se descarrían desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos. 4 Su veneno es como el de las serpientes, como el de una cobra que cierra su oído 5 para no escuchar la música de los encantadores, del diestro en hechizos.

6 Rómpeles, oh Dios, los dientes; ¡arráncales, Señor, los colmillos a esos leones! 7 Que desaparezcan, como el agua que se derrama; que se rompan sus flechas al tensar el arco. 8 Que se disuelvan, como babosa rastrera; que no vean la luz del sol, cual si fueran abortivos.

9 Que sin darse cuenta, ardan como espinos; que el vendaval los arrastre, estén verdes o secos. 10 Se alegrará el justo al ver la venganza, al empapar sus pies en la sangre del malvado. 11 Dirá entonces la gente: «Ciertamente los justos son recompensados; ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra».

 

Proverbios 23:12

12

23:12 Trae disciplina a tu corazón y conocimiento a tus oídos.