Día 259

Isaías 22:1 – 24:23

Profecía contra Jerusalén

22 Profecía contra el valle de la visión: ¿Qué te pasa ahora, que has subido a las azoteas, 2 ciudad llena de disturbios, de tumultos y parrandas? Tus muertos no cayeron a filo de espada ni murieron en batalla. 3 Todos tus jefes huyeron juntos, pero fueron capturados sin haber disparado una flecha. Todos tus líderes fueron capturados mientras trataban de huir lejos. 4 Por eso dije: «Aparten su mirada de mí; voy a llorar amargamente. No insistan en consolarme: ¡mi pueblo ha sido destruido!».

5 El Señor, el Señor de los Ejércitos, ha decretado un día de pánico, un día de humillación y desconcierto en el valle de la visión, un día para derribar muros y para levantar gritos de socorro a la montaña. 6 Montado en sus carros de combate y en caballos, Elam toma la aljaba; Quir saca el escudo a relucir. 7 Llenos de carros de combate están tus valles preferidos; apostados a la puerta están los jinetes.

8 ¡Judá se ha quedado sin defensa! Aquel día ustedes se fijaron en el arsenal del Palacio del Bosque. 9 Vieron que en la Ciudad de David había muchas brechas; en el estanque inferior guardaron agua. 10 Contaron las casas de Jerusalén y derribaron algunas para reforzar el muro. 11 Entre los dos muros construyeron un depósito para las aguas del estanque antiguo pero no se fijaron en quien lo hizo ni consideraron al que hace tiempo lo planeó.

12 En aquel día el Señor, el Señor de los Ejércitos, los llamó a llorar y a lamentarse, a raparse la cabeza y a usar ropa de luto. 13 ¡Pero miren, hay gozo y alegría! ¡Se sacrifican vacas, se matan ovejas, se come carne y se bebe vino! «¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!». 14 El Señor de los Ejércitos me reveló al oído: «No se te perdonará este pecado hasta el día de tu muerte. Lo digo yo, el Señor, el Señor de los Ejércitos».

15 Así dice el Señor, el Señor de los Ejércitos: «Ve a encontrarte con Sebna, el mayordomo, que está a cargo del palacio y dile: 16 ¿Qué haces aquí?  ¿Quién te dio permiso para cavarte aquí un sepulcro? ¿Por qué tallas en lo alto tu lugar de reposo y lo esculpes en la roca? 17 »Mira, hombre poderoso, el Señor está a punto de agarrarte y arrojarte con violencia. 18 Te hará rodar como pelota y te lanzará a una tierra inmensa. Allí morirás; allí quedarán tus gloriosos carros de combate. ¡Serás la vergüenza de la casa de tu señor! 19 Te destituiré de tu cargo y serás expulsado de tu puesto.

20 »En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquín, hijo de Jilquías. 21 Le pondré tu túnica, le colocaré tu faja y le daré tu autoridad. Será como un padre para los habitantes de Jerusalén y para la tribu de Judá. 22 Sobre sus hombros pondré la llave de la casa de David; lo que él abra, nadie podrá cerrarlo; lo que él cierre, nadie podrá abrirlo. 23 Como a una estaca, lo clavaré en un lugar firme y será como un trono de honor para la descendencia de su padre. 24 De él dependerá toda la gloria de su familia: sus descendientes, sus vástagos y toda la vajilla pequeña, desde los cántaros hasta las tazas. 25 »En aquel día —afirma el Señor de los Ejércitos—, cederá la estaca clavada en el lugar firme; será arrancada de raíz y se vendrá abajo con la carga que colgaba de ella». El Señor mismo lo ha dicho.

Profecía contra Tiro

23 Profecía contra Tiro: ¡Giman, barcos de Tarsis!, porque fueron destruidas su casa y su puerto. Desde la tierra de Chipre les ha llegado la noticia. 2 ¡Callen, habitantes de la costa, comerciantes de Sidón, ciudad que han enriquecido los marinos! 3 Sobre las grandes aguas llegó el grano de Sijor; Tiro se volvió el centro comercial de las naciones; la cosecha del Nilo le aportaba ganancias. 4 Avergüénzate, Sidón, fortaleza del mar, porque el mar ha dicho: «No he estado con dolores de parto ni he dado a luz; no he criado hijos ni educado hijas». 5 Cuando la noticia llegue a Egipto, lo que se diga de Tiro los angustiará.

6 Pasen a Tarsis; giman, habitantes de la costa. 7 ¿Es esta su ciudad alegre, la ciudad tan antigua, cuyos pies la han llevado a establecerse en tierras lejanas? 8 ¿Quién planeó esto contra Tiro, la ciudad que confiere coronas, cuyos comerciantes son príncipes, y sus negociantes reconocidos en la tierra? 9 Lo planeó el Señor de los Ejércitos para abatir la altivez de toda gloria y humillar a toda la gente importante de la tierra. 10 Hija de Tarsis, cultiva[a] tu tierra como en el Nilo, porque tu puerto ya no existe. 11 El Señor ha extendido su mano sobre el mar y ha puesto a temblar a los reinos; ha ordenado destruir las fortalezas de Canaán. 12 Él dijo: «¡Virgen oprimida, hija de Sidón: no volverás a alegrarte!

»Levántate y cruza hasta Chipre; ¡ni siquiera allí encontrarás descanso!». 13 ¡Mira la tierra de los babilonios![b] ¡Ese pueblo ya no existe! Asiria la ha convertido en refugio de las fieras del desierto;

levantaron torres de asedio, demolieron sus fortalezas y las convirtieron en ruinas. 14 ¡Giman, barcos de Tarsis, porque destruida está su fortaleza!

15 En aquel tiempo Tiro será olvidada durante setenta años, que es lo que vive un rey. Pero al cabo de esos setenta años sucederá a Tiro lo que dice la canción de la prostituta: 16 «Tú, prostituta olvidada, toma un arpa y recorre la ciudad; toca lo mejor que puedas y canta muchas canciones, para que te recuerden».

17 Al cabo de setenta años, el Señor se ocupará de Tiro, la cual volverá a venderse y prostituirse con todos los reinos de la tierra. 18 Pero sus ingresos y ganancias se consagrarán al Señor; no serán almacenados ni atesorados. Sus ganancias serán para los que habitan en presencia del Señor, para que se alimenten en abundancia y se vistan con ropas finas.

Juicio universal

24 Miren, el Señor arrasa la tierra y la devasta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes. 2 Lo mismo pasará al pueblo y al sacerdote, al esclavo y al amo, a la esclava y a la señora, al comprador y al vendedor, al prestatario y al prestamista, al acreedor y al deudor. 3 La tierra será totalmente arrasada, saqueada por completo, porque el Señor lo ha dicho. 4 La tierra languidece y se marchita; el mundo se marchita y desfallece; desfallecen los notables de la tierra. 5 La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes, han violado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno.

6 Por eso una maldición consume a la tierra y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos. 7 Languidece el vino nuevo, desfallece la vid; gimen todos los corazones alegres. 8 Cesó el ritmo de los panderos, se aplacó el bullicio de los que se divierten, se apagó el júbilo del arpa. 9 Ya no beben vino mientras cantan; a los borrachos la cerveza les sabe amarga. 10 La ciudad del caos yace devastada; cerrado está el acceso a toda casa. 11 Clamor hay en las calles porque falta el vino; toda alegría se ha extinguido; el júbilo ha sido desterrado. 12 La ciudad está en ruinas; su puerta está hecha pedazos. 13 Así sucederá en medio de la tierra y entre las naciones, como cuando a golpes se cosechan aceitunas, como cuando se recoge lo que sobra después de la vendimia.

14 El remanente eleva su voz y grita de alegría; desde el occidente aclama la majestad del Señor. 15 Por eso, glorifiquen al Señor en el oriente; el nombre del Señor, Dios de Israel, en las costas del mar. 16 Desde los confines de la tierra oímos cantar: «¡Gloria al justo!». Pero yo digo: «¡Ay de mí! ¡Qué dolor me consume!». Los traidores traicionan, los traidores maquinan traiciones. 17 ¡Terror, fosa y trampa están contra ti, habitante de la tierra! 18 Quien huya del grito de terror caerá en la fosa, y quien suba del fondo de la fosa caerá en la trampa.

Abiertas están las compuertas de lo alto y tiemblan los cimientos de la tierra. 19 La tierra se quiebra, se desintegra; la tierra se agrieta, se resquebraja; la tierra tiembla y retiembla. 20 La tierra se tambalea como un borracho, se sacude como una choza. Tanto pesa sobre ella su rebelión que caerá para no volver a levantarse. 21 En aquel día el Señor castigará a los ejércitos celestiales en el cielo y a los reyes terrenales en la tierra. 22 Serán amontonados en un pozo, como prisioneros entre rejas y, después de muchos días, se les castigará. 23 La luna se sonrojará y el sol se avergonzará, porque sobre el monte Sión, sobre Jerusalén, reinará el Señor de los Ejércitos, glorioso entre sus jefes.

 

Gálatas 2:17 – 3:9

2:17 »Ahora bien, cuando buscamos ser justificados por[a] Cristo se hace evidente que nosotros mismos somos pecadores. ¿Quiere esto decir que Cristo está al servicio del pecado? ¡De ninguna manera! 18 Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace[b] transgresor. 19 Yo, por mi parte, mediante la Ley he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. 20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. 21 No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la Ley, Cristo habría muerto en vano».[c]

La fe o la observancia de la Ley

3 ¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? 2 Solo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la Ley o por la fe con que aceptaron el mensaje? 3 ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? 4 ¿Han tenido tantas experiencias en vano?[d] ¡Si es que de veras fue en vano! 5 Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la Ley o por la fe con que han aceptado el mensaje? 6 Así fue con Abraham: «Creyó a Dios y esto se le tomó en cuenta como justicia».[e]

7 Por lo tanto, sepan que los verdaderos hijos de Abraham son aquellos que viven por la fe. 8 En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: «Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones».[f] 9 Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe.

 

Salmo 60:1 – 12

Al director musical. Sígase la tonada de «El lirio del pacto». Mictam didáctico de David, cuando luchó contra los arameos del noroeste de Mesopotamia y los arameos de Aram central[a], y cuando Joab volvió y abatió a doce mil edomitas en el valle de la Sal.

60 Oh Dios, tú nos has rechazado y has abierto brecha en nuestras filas; te has enojado con nosotros: ¡restáuranos ahora! 2 Has sacudido la tierra, la has resquebrajado; repara sus grietas, porque se desmorona. 3 Has sometido a tu pueblo a duras pruebas; nos diste a beber un vino embriagador. 4 Diste la señal de retirada a los que te temen, para que puedan escapar de los arqueros. Selah 5 Sálvanos con tu diestra y respóndenos, para que tu pueblo amado quede a salvo. 6 Dios ha dicho en su santuario: «Triunfante repartiré a Siquén y dividiré el valle de Sucot. 7 Mío es Galaad, mío es Manasés; Efraín es mi yelmo y Judá, mi cetro de mando. 8 Moab es el recipiente en que me lavo las manos, sobre Edom arrojo mi sandalia; sobre Filistea lanzo gritos de triunfo».

9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me mostrará el camino a Edom? 10 ¿No eres tú, oh Dios, quien nos ha rechazado? ¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos! 11 Bríndanos tu apoyo contra el enemigo, pues la ayuda humana será inútil. 12 Con Dios obtendremos la victoria; ¡él aplastará a nuestros enemigos!

 

Proverbios 23:15 – 16

14

23:15 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; 16 en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud.