Día 113

Jueces 1:1 – 2:9

Israel continúa su lucha contra los cananeos

1 Después de la muerte de Josué, los israelitas preguntaron al Señor: —¿Quién de nosotros será el primero en subir y pelear contra los cananeos?

2 El Señor respondió: —Judá será el primero en subir, puesto que ya he entregado el país en sus manos.

3 Entonces los de la tribu de Judá dijeron a sus hermanos de la tribu de Simeón: «Suban con nosotros al territorio que nos ha tocado y pelearemos contra los cananeos; después nosotros iremos con ustedes al territorio que les tocó». Y los de la tribu de Simeón los acompañaron.

4 Cuando Judá atacó, el Señor entregó en sus manos a los cananeos y a los ferezeos. En Bézec derrotaron a diez mil hombres. 5 Allí se toparon con Adoní Bézec y pelearon contra él, y derrotaron a los cananeos y a los ferezeos. 6 Adoní Bézec logró escapar, pero lo persiguieron hasta que lo capturaron, y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies.

7 Entonces Adoní Bézec exclamó: «¡Setenta reyes, cortados los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, recogían migajas debajo de mi mesa! ¡Ahora Dios me ha hecho lo mismo que yo hice con ellos!». Luego lo llevaron a Jerusalén y allí murió. 8 Los de la tribu de Judá también atacaron a Jerusalén; la capturaron, hirieron a sus habitantes a filo de espada y luego incendiaron la ciudad.

9 Después la tribu de Judá fue a pelear contra los cananeos que vivían en la región montañosa, en el Néguev y en la llanura. 10 Avanzaron contra los cananeos que vivían en Hebrón, ciudad que antes se llamaba Quiriat Arbá, y derrotaron a Sesay, Ajimán y Talmay. 11 De allí avanzaron para atacar a los habitantes de Debir, ciudad que antes se llamaba Quiriat Séfer. 12 Y Caleb dijo: «A quien derrote a Quiriat Séfer y la conquiste, yo le daré por esposa a mi hija Acsa». 13 Entonces Otoniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb, la conquistó; así que Caleb le dio por esposa a su hija Acsa.

14 Cuando ella llegó, convenció a Otoniel[a] de que pidiera un terreno a su padre. Al bajar Acsa del asno, Caleb preguntó: —¿Qué te pasa? 15 —Concédeme un gran favor —respondió ella—. Ya que me has dado tierras en el Néguev, dame también manantiales. Fue así como Caleb dio a su hija manantiales en las zonas altas y en las bajas. 16 Los descendientes de Hobab[b] el quenita, suegro de Moisés, acompañaron a la tribu de Judá desde la Ciudad de las Palmeras[c] hasta el desierto de Judá, que está en el Néguev, cerca de Arad. Allí habitaron con la gente del lugar. 17 Después fueron los de la tribu de Judá con sus hermanos de la tribu de Simeón y derrotaron a los cananeos que vivían en Sefat, ciudad que destruyeron por completo. Desde entonces Sefat fue llamada Jormá.[d] 18 Los hombres de Judá también conquistaron las ciudades de Gaza, Ascalón y Ecrón, cada una de ellas con su propio territorio.

19 El Señor estaba con los hombres de Judá. Estos tomaron posesión de la región montañosa, pero no pudieron expulsar a los que vivían en las llanuras, porque esa gente contaba con carros de hierro. 20 Tal como lo había prometido Moisés, Caleb recibió Hebrón y expulsó de esa ciudad a los tres hijos de Anac. 21 En cambio, los de la tribu de Benjamín no lograron expulsar a los jebuseos, que vivían en Jerusalén. Por eso hasta el día de hoy los jebuseos viven con los benjamitas en Jerusalén.

22 Los de la tribu de José, por su parte, subieron contra Betel, pues el Señor estaba con ellos. 23 Enviaron espías a Betel, ciudad que antes se llamaba Luz. 24 Estos espías, al ver que un hombre salía de la ciudad, le dijeron: «Muéstranos cómo entrar en la ciudad y seremos bondadosos contigo». 25 Aquel hombre les mostró cómo entrar en la ciudad y ellos la conquistaron a filo de espada; pero al hombre y a toda su familia les perdonaron la vida. 26 Y ese hombre se fue a la tierra de los hititas, donde fundó una ciudad a la que llamó Luz, nombre que conserva hasta el día de hoy.

27 Pero los de la tribu de Manasés no pudieron expulsar a los de Betseán y de Tanac con sus respectivas aldeas, ni tampoco a los habitantes de Dor, Ibleam y Meguido con sus respectivas aldeas, porque los cananeos estaban decididos a permanecer en esa tierra. 28 Solo cuando Israel se hizo fuerte pudo someter a los cananeos a trabajos forzados, aunque nunca pudo expulsarlos del todo. 29 Los de la tribu de Efraín tampoco pudieron expulsar a los cananeos que vivían en Guézer, de modo que los cananeos siguieron viviendo entre ellos. 30 Los de la tribu de Zabulón, por su parte, tampoco pudieron expulsar a los cananeos que vivían en Quitrón y Nalol, y estos siguieron viviendo entre ellos, aunque fueron sometidos a trabajos forzados. 31 Tampoco los de la tribu de Aser expulsaron a los habitantes de Aco, Sidón, Ajlab, Aczib, Jelba, Afec y Rejob. 32 Por eso, como no los expulsaron, el pueblo de la tribu de Aser vivió entre los cananeos que habitaban en aquella región. 33 Tampoco los de la tribu de Neftalí expulsaron a los habitantes de Bet Semes y Bet Anat, sino que vivieron entre los cananeos que habitaban en aquella región. Sin embargo, sometieron a trabajos forzados a los que vivían en Bet Semes y Bet Anat. 34 Los amorreos obligaron a los de la tribu de Dan a vivir en la región montañosa y no les permitieron bajar a la llanura. 35 Los amorreos también estaban decididos a permanecer en el monte Jeres, en Ayalón y en Salbín. Pero cuando se acrecentó el poder de la tribu de José, los amorreos también fueron sometidos a trabajos forzados. 36 La frontera de los amorreos iba desde la cuesta de los Escorpiones hasta Selá e incluso más arriba.

El ángel del Señor en Boquín

2 El ángel del Señor subió de Guilgal a Boquín y dijo: «Yo los saqué a ustedes de Egipto y los hice entrar en la tierra que juré dar a sus antepasados. Dije: “Nunca quebrantaré mi pacto con ustedes; 2 ustedes, por su parte, no harán ningún pacto con la gente de esta tierra, sino que derribarán sus altares”. ¡Pero me han desobedecido! ¿Por qué han actuado así? 3 Pues quiero que sepan que no expulsaré de la presencia de ustedes a esa gente; ellos les harán la vida imposible y sus dioses les serán una trampa». 4 Cuando el ángel del Señor habló así a todos los israelitas, el pueblo lloró a gritos. 5 Por eso llamaron a aquel lugar Boquín,[e] y allí ofrecieron sacrificios al Señor.

Desobediencia y derrota

6 Cuando Josué despidió al pueblo, los israelitas se fueron a tomar posesión de la tierra, cada uno a su propio territorio. 7 Durante toda la vida de Josué, el pueblo sirvió al Señor. Así sucedió también durante el tiempo en que estuvieron al frente de Israel los jefes que habían compartido el liderazgo con Josué y que habían visto todas las grandes obras que el Señor había hecho por Israel. 8 Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años 9 y lo sepultaron en Timnat Jeres,[f] tierra de su heredad, en la región montañosa de Efraín, al norte del monte de Gaas.

 

Lucas 21:29 – 22:13

21:29 Jesús también propuso esta comparación: —Fíjense en la higuera y en los demás árboles. 30 Cuando brotan las hojas, ustedes pueden verlo con sus propios ojos y saber que el verano está cerca. 31 Igualmente, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca. 32 Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán. 34 »Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improviso sobre ustedes, 35 pues vendrá como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. 36 Manténganse despiertos y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre. 37 De día Jesús enseñaba en el Templo, pero salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos 38 y toda la gente madrugaba para ir al Templo a oírlo.

Judas acuerda traicionar a Jesús

22 Se aproximaba la fiesta de los Panes sin levadura, llamada la Pascua. 2 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban algún modo de acabar con Jesús, porque temían al pueblo. 3 Entonces entró Satanás en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote. 4 Este fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del Templo para tratar con ellos cómo les entregaría a Jesús. 5 Ellos se alegraron y acordaron darle dinero. 6 Él aceptó y comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús cuando no hubiera gente.

La última cena

7 Cuando llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua, 8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: —Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua. 9 —¿Dónde quieres que la preparemos? —le preguntaron. 10 —Miren —contestó él—, al entrar ustedes en la ciudad les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa en que entre 11 y díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿dónde está la sala en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. 12 Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen allí la cena. 13 Ellos se fueron y encontraron todo tal como les había dicho Jesús. Así que prepararon la Pascua.

 

Salmo 90:1 – 91:16

Oración de Moisés, hombre de Dios.

90 Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación. 2 Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios. 3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!». 4 Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como una vigilia de la noche. 5 Arrasas a los mortales que son como un sueño: nacen por la mañana, como la hierba 6 que al amanecer brota y florece, y por la noche ya está marchita y seca. 7 Tu ira en verdad nos consume; tu indignación nos aterra. 8 Ante ti has puesto nuestras maldades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos. 9 Por causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro. 10 Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida,[a] sin embargo, solo traen problemas y penas: pronto pasan y volamos. 11 ¿Quién puede comprender el poder de tu ira? Tu ira es tan grande como el temor que se te debe. 12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría. 13 ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos! 14 Sácianos de tu gran amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. 15 Alégranos conforme a los días que nos has afligido y a los años que nos has hecho sufrir. 16 ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos y tu esplendor a sus descendientes! 17 Que el favor[b] del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.

91 El que habita al abrigo del Altísimo descansará a la sombra del Todopoderoso. 2 Yo digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío». 3 Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, 4 pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. Su verdad será tu escudo y tu baluarte. 5 No temerás el terror de la noche ni la flecha que vuela de día 6 ni la plaga que acecha en las sombras ni la peste que destruye a mediodía. 7 Podrán caer a tu lado mil y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará. 8 No tendrás más que abrir bien los ojos para ver a los impíos recibir su merecido.

9 Ya que has puesto al Señor por tu[c] refugio, al Altísimo por tu protección, 10 ningún mal habrá de sobrevenirte, ningún desastre llegará a tu hogar. 11 Porque él ordenará que sus ángeles te protejan en todos tus caminos. 12 Con sus propias manos te sostendrán para que no tropieces con piedra alguna. 13 Aplastarás al león y a la víbora hollarás al cachorro de león y a la serpiente. 14 «Yo lo libraré, porque él me ama; lo protegeré, porque conoce mi nombre. 15 Él me invocará y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia, lo libraré y lo llenaré de honores. 16 Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación».

 

Proverbios 13:24 – 25

13:24 No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo a tiempo. 25 El justo come hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.