Día 263

Isaías 33:13 – 36:22

33:13 Ustedes que están lejos, oigan lo que he hecho; y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder. 14 Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?». 15 Solo el que camina con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra los ojos para no contemplar el mal. 16 Ese morará en las alturas; tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan y no le faltará el agua.

17 Tus ojos verán al rey en su esplendor y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos. 18 Dentro de ti meditarás acerca del terror y dirás: «¿Dónde está el que lleva la cuenta? ¿Dónde el recaudador de impuestos? ¿Dónde el que lleva el registro de las torres?». 19 No verás más a ese pueblo insolente, a ese pueblo de idioma confuso, de lengua extraña e incomprensible.

20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas; tus ojos verán a Jerusalén, morada apacible, campamento bien plantado; sus estacas jamás se arrancarán ni se romperá ninguna de sus sogas. 21 Allí el Señor nos mostrará su poder. Será como un lugar de anchos ríos y canales. Ningún barco de remos surcará sus aguas ni barcos poderosos navegarán por ellas. 22 Porque el Señor es nuestro juez; el Señor es nuestro legislador; el Señor es nuestro rey: ¡Él nos salvará!

23 Tus cuerdas se han aflojado: No sostienen el mástil con firmeza ni se despliegan las velas. Abundante botín habrá de repartirse y aun los cojos se dedicarán al saqueo. 24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo»; y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.

Juicio contra las naciones

34 Naciones, ¡acérquense a escuchar! Pueblos, ¡presten atención! ¡Que lo oiga la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y todo lo que él produce! 2 El Señor está enojado con todas las naciones, airado con todos sus ejércitos. Él los ha destruido por completo, los ha entregado a la matanza. 3 Serán arrojados sus muertos, hedor despedirán sus cadáveres, su sangre corre por las montañas. 4 Se desintegrará todo el ejército del cielo y se enrollará el cielo como un pergamino. Todo su ejército perderá su esplendor, como lo pierde la hoja marchita de la vid o los higos secos de la higuera.

5 Mi espada se ha embriagado en el cielo; miren cómo desciende en juicio sobre Edom, pueblo que he condenado a la destrucción total. 6 La espada del Señor está bañada en sangre, en la sangre de corderos y machos cabríos; cubierta está de grasa, de la grasa de los riñones de carneros. Porque el Señor celebra un sacrificio en Bosra y una gran matanza en tierra de Edom. 7 Y con ellos caerán los toros salvajes, los terneros y los novillos. Su tierra quedará empapada en sangre y su polvo se llenará de grasa.

8 Porque el Señor celebra un día de venganza, un año de retribución para defender la causa de Sión. 9 Los arroyos de Edom se volverán ríos de brea, su polvo se convertirá en azufre y en ardiente brea se volverá su tierra. 10 Ni de día ni de noche se extinguirá y su humo subirá por siempre. Quedará desolada por todas las generaciones; nunca más transitará nadie por ella. 11 Se adueñarán de ella el búho del desierto y la lechuza; anidarán allí la lechuza y el cuervo. Dios extenderá sobre Edom el cordel del caos y la plomada de la destrucción. 12 Sus nobles no tendrán allí nada que pueda llamarse reino; todos sus príncipes desaparecerán. 13 Los espinos invadirán sus palacios; las ortigas y las zarzas, sus fortalezas. Se volverá guarida de chacales y nido de avestruces. 14 Las fieras del desierto se juntarán con las hienas y las cabras monteses se llamarán unas a otras;

allí también reposarán las aves nocturnas y encontrarán un lugar de descanso. 15 Allí el búho anidará y pondrá sus huevos; bajo sus alas incubará y cuidará a sus crías. También allí se reunirán los halcones, cada cual con su pareja.

16 Consulten el libro del Señor y lean: Ninguno de estos animales faltará; cada cual tendrá su pareja. El Señor mismo ha dado la orden y su Espíritu los ha de reunir. 17 Él les ha asignado sus lugares; su mano les señaló su territorio. Ellos los poseerán para siempre y morarán allí por todas las generaciones.

La alegría de los redimidos

35 Se alegrarán el desierto y el sequedal; se regocijará la estepa y florecerá como la rosa. 2 Florecerá y se regocijará: ¡gritará de alegría! Se le dará la gloria del Líbano y el esplendor del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios. 3 Fortalezcan las manos débiles, afirmen las rodillas temblorosas; 4 digan a los de corazón temeroso: «Sean fuertes, no tengan miedo. Su Dios vendrá, vendrá con venganza; con retribución divina vendrá a salvarlos».

5 Se abrirán entonces los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; 6 saltará el cojo como un ciervo, y gritará de alegría la lengua del mudo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en el sequedal. 7 La arena ardiente se convertirá en estanque, la tierra sedienta en manantiales burbujeantes. Las guaridas donde se tendían los chacales serán morada de juncos y papiros.

8 Habrá allí una calzada que será llamada Camino de Santidad. No viajarán por ella los impuros ni transitarán por ella los necios; será solo para los que siguen en ese camino. 9 No habrá allí ningún león, ni bestia feroz que por él pase; ¡allí no se les encontrará! ¡Por allí pasarán solamente los redimidos! 10 Volverán los rescatados del Señor y entrarán en Sión con cantos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los quejidos.

Senaquerib amenaza a Jerusalén

36 En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá. 2 Desde Laquis el rey de Asiria envió a su comandante en jefe,[a] al frente de un gran ejército, para hablar con el rey Ezequías en Jerusalén. Cuando el comandante se detuvo en el acueducto del estanque superior, en el camino que lleva al Campo del Lavandero, 3 salió a recibirlo Eliaquín, hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio, junto con el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf.

4 El comandante en jefe les dijo: —Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria: »“¿En qué se basa tu confianza? 5 Tú dices[b] que tienes estrategia y fuerza militar, pero estas no son más que palabras sin fundamento. ¿En quién confías que te rebelas contra mí? 6 Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían. 7 Y si tú me dices: ‘Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios’, ¿no se trata acaso, Ezequías, del Dios cuyos altares y santuarios tú mismo quitaste, diciéndoles a Judá y a Jerusalén: ‘Deben adorar solamente ante este altar’?”.

8 »Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos. 9 ¿Cómo podrás resistir el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes? 10 ¿Acaso he venido a atacar y a destruir esta tierra sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: “Marcha contra este país y destrúyelo”!».

11 Eliaquín, Sebna y Joa dijeron al comandante en jefe: —Por favor, hábleles usted a sus siervos en arameo, ya que lo entendemos. No nos hable en hebreo, pues el pueblo que está sobre el muro nos escucha. 12 Pero el comandante en jefe respondió: —¿Acaso mi señor me envió a decirles estas cosas solo a ti y a tu señor, y no a los que están sentados en el muro? ¡Si tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su excremento y beberse su orina!

13 Dicho esto, el comandante en jefe se puso de pie y a voz en cuello gritó en hebreo: —¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 14 Así dice el rey: “No se dejen engañar por Ezequías. ¡Él no puede librarlos! 15 No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!’ ”.

16 »No hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo y ríndanse. De esta manera cada uno podrá comer de su vid y de su higuera y beber agua de su propio pozo, 17 hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos”.

18 »No se dejen seducir por Ezequías cuando dice: “El Señor nos librará”. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones pudo librar a su país de las manos del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin? ¿Acaso libraron a Samaria de mis manos? 20 ¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén?».

21 Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: «No respondan». 22 Entonces Eliaquín, hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.

 

Gálatas 5:13 – 26

5:13 Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. 14 En efecto, toda la Ley se resume en un solo mandamiento: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».[a] 15 Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros.

La vida por el Espíritu

16 Así que les digo: vivan por el Espíritu y no sigan los deseos de la carne; 17 porque esta desea lo que es contrario al Espíritu y a su vez el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. 18 Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la Ley.

19 Las obras de la carne se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y hechicería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, desacuerdos, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. 24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. 26 No dejemos que la vanidad nos lleve a provocarnos y a envidiarnos unos a otros.

 

Salmo 64:1 – 10

Al director musical. Salmo de David.

64 Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo. 2 Escóndeme de esa pandilla de malhechores, de esa caterva de malvados. 3 Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. 4 Emboscados, disparan contra el íntegro; le tiran sin temor y sin aviso. 5 Unos a otros se animan en sus planes malvados, calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: «¿Quién las verá?». 6 Maquinan injusticias y dicen: «¡Hemos tramado un plan perfecto!». ¡Cuán incomprensibles son la mente y el corazón humano! 7 Pero Dios les disparará sus flechas y sin aviso caerán heridos. 8 Su propia lengua será su ruina y quien los vea se burlará de ellos. 9 La humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y meditará en sus obras. 10 Que se regocijen en el Señor los justos; que busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de corazón sincero!

 

Proverbios 23:23

23:23 Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!